Enséñale a organizarse

En ocasiones la práctica en casa puede generar un poco de ansiedad y caos. Tu hijo es posible que no tenga ganas de practicar, esté pasando por un período de desmotivación, esté cansado, vaya de una cosa a otra… Y a nosotros nos gustaría que pidiera él el momento de la práctica, estuviera deseando llegar a casa para practicar, se organizara mejor y que se concentrara durante la práctica, como cuando tiene que hacer los deberes. ¿Es posible?

Sí, lo es. Hay una cantidad reducida de niños que parecen organizarse y tienen siempre la motivación alta de forma natural, pero en el resto, la organización y la rutina en la práctica es una habilidad que se aprende con el paso del tiempo. Con ayuda y algo de constancia, podemos conseguirlo. Y nosotros como padres somos quienes mejor se lo podemos enseñar, ¡incluso aunque creáis que no tiene tiempo!

Votemos

Si no podemos establecer un horario de práctica que sea el mismo para todos los días, ves consensuando con él la noche de antes, en el desayuno o en el momento de la comida en qué momento se va a practicar, cuándo, después de que actividad, de manera que ellos sientan que participan de esa decisión, que se tiene en cuenta su opinión y se sienta implicado en la actividad.

Fijaos en una cosa. El momento más «traumático» a nivel educativo para un niño es el cambio de estar en casa, con sus padres, en ocasiones sin tener hermanos con los que compartir, a ir al colegio, con un desconocido, con un montón de niños con los que tiene que compartir, a pasar muchas horas sin sus padres…. Sin embargo, pasado el momento inicial, los niños les gusta ir al colegio, aprender cosas nuevas… Están tremendamente motivados. ¿Os habéis preguntado por qué? Es una etapa donde todo lo que aprenden está directamente relacionado con ellos, con su mundo y son cosas que consideran útiles para su desarrollo: Aprendo las letras de mi nombre, aprendo a escribir mi nombre, aprendo a vestirme solo, aprendo a atarme mis zapatos, aprendo las letras de mis amigos, puedo leer el cartel que hay de camino a casa,…

Implícalo en su momento de práctica. Hará que se sienta útil y entenderá como propia esa actividad, lo que aumenta la motivación.

Adelántate

Adelantar el momento de la práctica le da tiempo al niño para terminar las tareas que tiene entre manos sin tener la sensación de que lo «arrebatan» de su juego para hacer lo que piden los padres, sin opción a voto y sin capacidad de elección. Cuando nuestro hijo está realizando alguna actividad como pintar, jugar, leer, ver la tele,… No lo cojas de la mano y lo lleves a practicar. Avísale que en breve es el momento de práctica, que tiene que ir acabando lo que está haciendo, decidir con él en que momento acaba esa actividad (cuando acabes de pintar esta parte del dibujo…vamos a recoger los juguetes…en cuanto suene la alarma…en cuanto acaben estos dibujos…)

Tan fácil como 1-2-3

Para un niño, todas las tareas se pueden descomponer en un proceso 1-2-3.

Organizarse significa que el niño se dirija al lugar dónde necesite estar y reúna todo el material y accesorios que necesite para realizar la tarea.

Mantener la concentración significa focalizarse en la tarea y aprender a decir «no» a posibles distracciones.

Completar la tarea significa llegar hasta el final, repasar el trabajo y darle los últimos toques, recordando, por ejemplo, guardar la agenda es su mochila de clase, limpiar y guardar el instrumento para que esté preparado para el día siguiente, recoger el material utilizado…

Una vez un niño conoce estos pasos y sabe cómo aplicarlos, puede empezar a abordar las tareas con mayor independencia. Esto significa que hará los deberes, las labores domésticas y otras tareas con una consistencia y eficacia cada vez mayor. Por descontado, seguirá necesitando la ayuda y la guía de sus padres, pero lo más probable es que no necesitéis regañarlo tanto.

Enseñar estas habilidades a su hijo no sólo es algo práctico sino que el hecho de saber el modo de llevar a cabo las propias tareas le ayudará a sentirse más competente, eficaz y capaz. Los niños sienten orgullo y seguridad en sí mismos cuando son capaces de llevar a cabo sus propias tareas y de asumir sus responsabilidades. Y seguro que se sienten satisfechos cuando constatan que disponen de más tiempo libre para hacer lo que más les gusta.

De cepillarse los dientes a hacer un trabajo de redacción sobre un libro:

Para empezar, preséntele el método 1-2-3 y ayuda a tu hijo a ponerlo en práctica en el día a día. Hasta algo tan sencillo como cepillarse los dientes es compatible con este enfoque, de modo que puede utilizar este ejemplo para presentarle el concepto:

Organizarse: su hijo ha de ir al lavabo, coger el cepillo de dientes y la pasta de dientes y abrir el grifo.

Mantener la concentración: los dentistas recomiendan cepillarse los dientes durante tres minutos seguidos, lo que significa que su hijo debe seguir cepillándose los dientes aunque pongan una magnífica canción por la radio o se acuerde de que le apetece llamar a un amigo. Deberá concentrarse en lo que dicen los dentistas sobre cepillarse a conciencia las encías.

Completar la tarea: si se completan los dos primeros pasos, el tercer paso casi llega por sí mismo. ¡Hurra, ya han transcurrido los tres minutos y los dientes han quedado perfectamente limpios! Completar la tarea implica acabarla y darle los últimos toques. En este caso, consistirá en cerrar el grifo, dejar la pasta y el cepillo de dientes en su sitio y ¡asegurarse de que no le quedan restos de espuma en la cara!

En una tarea más complicada, como la práctica del instrumento, los pasos serán más complejos, pero los elementos básicos seguirán siendo los mismos.

He aquí cómo podría guiar a su hijo a lo largo de los distintos pasos:

1. Organizarse

Explícale que este paso consiste en prepararse. «Tienes que hacer tu práctica diaria. ¿Qué necesitas trabajar?» Ayuda a tu hijo a elaborar una lista de cómo se va a desarrollar la práctica: leer la agenda, buscar que ejercicio le ha pedido el profesor que repase, que ejercicios tiene que repetir para conseguir la habilidad, que pieza tiene que repasar para el concierto,…

Luego ayuda a tu hijo a preparar el instrumento y pídele que lo lleve todo al lugar de trabajo

A medida que vaya avanzando la práctica, enséñale a ir comprobando las tareas que ya ha cumplido señalándolas en la agenda: ¿Hemos repasado ya el ejercicio del do sostenido? pues ahora tienes que tocar la pieza que llevaba este ejercicio. Esta rutina enseñará al niño a ser metódico durante su práctica.

2. Mantener la concentración

Explícale a tu hijo que esta parte consiste en hacer el trabajo y perseverar en su consecución. Díle que esto significa hacer lo que se supone que ha de hacer, seguir los puntos de la lista y ceñirse a la tarea.

También significa centrarse en la tarea a pesar de que haya algo más que tu hijo preferiría hacer: ¡esta es la parte más dura de todas! Ayudale a sobrellevar y resistirse a esas inevitables tentaciones. Mientras está haciendo un trabajo, le puede venir a la mente la idea de: «Me apetece mucho ir a ver la tele» o «tengo hambre, quiero merendar». Enséñale a resistirse a este tipo de impulsos formulándose preguntas como: «¿Es eso lo que se supone que debería estar haciendo?».
Explícale también que son adecuados los descansos breves para estirar un poco las piernas y después volver a la tarea que se tiene entre manos. Y, tras completar la tarea, tu hijo tendrá la oportunidad de jugar al baloncesto cuanto quiera. Házle saber que mantener la concentración puede ser difícil algunas veces pero que se trata de una habilidad que mejora con la práctica.

3. Completar la tarea

Explícale que esta parte consiste en concluir o finalizar la tarea. Háblale sobre aspectos como ser limpio en los trabajos escolares y pedir a uno de sus padres que se lo repase para ayudarle a detectar posibles errores o faltas. Instruye a tu hijo para que no se olvide de seguir estos importantes pasos: señale las tareas que ya ha practicado, anotar las dudas para la siguiente clase, dejar las partituras de nuevo en la mochila para que no las olviden al día siguiente en clase o las encuentren cuando vayan a practicar de nuevo…

Cómo empezar

He aquí algunos consejos sobre cómo empezar a enseñarle a su hijo el proceso 1-2-3:

Preséntale la idea

Empieza la conversación utilizando los ejemplos anteriores y comprueba cómo reacciona. ¿Le resultará fácil o difícil? ¿Ya practica algunas de las pautas que se recomiendan? ¿Hay algo en lo que le gustaría mejorar?

Favorece su aceptación

Llevad a cabo una lluvia de ideas sobre qué resultaría más fácil o mejor si tu hijo fuera más organizado y se concentrara más en las tareas. Tal vez haría más deprisa los deberes, dispondría de más tiempo para jugar y le regañarían menos por no cumplir con sus obligaciones. Y luego estará la bonificación añadida de lo orgullosos que se sentirán, tanto tu hijo como vosotros mismos, por haber cumplido con sus objetivos.

Fíjale expectativas

Se claro y trasmítele con amabilidad lo que esperáis de él, que trabaje este tipo de habilidades y que vosotros estaréis disponible para ayudarle en el proceso.

Tenga un plan

Decide en qué va a centrarse primero. Puedes proponerle tres tareas a tu hijo y darle a elegir entre ellas. O, si los deberes de determinada asignatura resultan especialmente problemáticos, ese sería el lugar por donde podría empezar.

Sentíos cómodos en vuestro papel

Para obtener los mejores resultados, deberéis convertiros en un entrenador de los que no aprietan mucho a sus jugadores. Puedes formular preguntas que ayudarán a tu hijo a encaminarse correctamente. Pero deberás utilizar esas preguntas para favorecer en tu hijo el proceso de pensamiento sobre qué necesita hacer. Elogia sus progresos, pero no os paséis de la raya. Su propia satisfacción personal será un motivador mucho más potente. Asimismo, asegúrate de pedirle a tu hijo la opinión sobre cómo le están yendo las cosas hasta el momento.

Empieza a pensar formulándote preguntas

Aunque es posible que no os hayáis dado cuenta, cada vez que llevas a cabo una tarea, te formulas preguntas, que luego respondes con pensamientos y acciones. Si quieres sacar del coche los alimentos que acabas de comprar, te preguntará:

Pregunta: ¿He sacado todas las bolsas del maletero?
Respuesta: No. Voy a sacar las que quedan.

Pregunta: ¿He cerrado el maletero?
Respuesta: Sí.

Pregunta: ¿Dónde están la leche y los helados? Tengo que ponerlos en su lugar primero.
Respuesta: Listo. Ahora, ¿qué es lo que toca?

Anima a tu hijo a que conciba las tareas como una serie de preguntas y respuestas encadenadas. Sugiérele que se formule las preguntas en voz alta y después las conteste. Esas preguntas son las que os gustaría que acabaran estando en la mente de tu hijo. Y, con la práctica, aprenderá a formulárselas sin que nadie se lo indique.

Colaborad los dos para dilucidar las preguntas que se deben formular a fin de realizar y completar la tarea elegida. Hasta las puede anotar en fichas o tarjetas. Empieza siendo tu quien formule las preguntas y pídele a tu hijo que las conteste. Más adelante, transfiere la responsabilidad de formular las preguntas a él.

Cosas a recordar

Que un niño sea capaz de dividir una tarea en sus múltiples pasos es algo que requiere tiempo. Y también requiere tiempo que un niño aprenda a aplicar estas habilidades a las tareas que necesita realizar. A veces, a un padre puede parecerle más fácil llevar a cabo él mismo los trabajos domésticos de su hijo. Y es evidente que eso le llevará menos tiempo. Pero el problema radica en que los niños no aprenden a ser independientes ni a rendir por sí solos si sus padres se presentan ipso facto e intervienen en todas las situaciones difíciles o que les plantean retos.

He aquí el motivo de que el método que le proponemos compense con creces su tiempo y su esfuerzo:

Los niños aprenden las habilidades que necesitan: a servirse un tazón de leche con cereales, a atarse los cordones de los zapatos, a elegir piezas de ropa que pegan entre sí, a hacer y finalizar los deberes.

Estas habilidades les ayudan a desarrollar una sensación de independencia. Un niño que se viste solo con 4 años, se sentirá «mayor». Se trata de una sensación agradable que se afianzará con el paso del tiempo conforme aprenda a hacer cada vez más cosas sin ayuda. Es a partir de este tipo de experiencias que los niños se empiezan a formar una creencia sobre sí mismos. Es decir, la creencia de que «soy capaz», de que «lo puedo hacer».

Verbaliza

Las expectativas, dichas con firmeza pero también con amabilidad, de que tu hijo debería empezar a practicar por si solo le trasmiten un importante mensaje. Refuerzas su independencia y le anima a aceptar cierto nivel de responsabilidad. Los niños aprenden que los demás les fijan expectativas y que ellos las pueden cumplir.

Este tipo de enseñanza puede constituir un inmenso gesto de amor. Estáis dedicando vuestro tiempo a mostrarle a vuestro hijo cómo hacer cosas por sí mismo, con interés, paciencia, amor, amabilidad y empeño. Esto hará que tu hijo se sienta querido y cuidado. Piensa en ello como si estuviera llenando la caja de herramientas de su hijo con unos utensilios decisivos y fundamentales para la vida.

Espero que esta entrada os facilite el proceso de “independencia” de vuestro hijo en el momento de la práctica. Pero no pidáis que contestemos a la pregunta “¿cuándo?” Porque no hay dos flores iguales, no hay dos niños iguales y no hay dos hijos iguales.

Practica efectiva 1: El Santo Grial del Talento

Práctica efectiva 2: La mielina hace al maestro

Publicado por creciendoconsuzuki

Hola, Soy Mabel y soy Mamá y profesora Suzuki. Este sitio web se creó con intención de compartir anécdotas o consejos que puedan ayudar a todas las familias suzuki.

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