¿Habíais oído hablar alguna vez de “El Efecto Diderot”?
Denis Diderot fue un filósofo francés de 1700 que escribió un ensayo titulado “Lamentos por separarme de mi vieja bata”. Aunque quizás lo conozcáis más por su participación en la creación de La Enciclopedia.

Un día al bueno de Diderot le regalaron una estupenda bata de seda roja. Pero la bata era tan buena y elegante que todas sus demás pertenencias, a su lado, parecían de mala calidad. En lugar de sentirse bien con ese regalo, le hacía sentir miserable. Así que supuso que, “el efecto del conjunto se había perdido y todo estaba en discordia”.
Esta “necesidad de uniformidad” llevó al filósofo francés a cambiar su vieja silla de paja por un sillón tapizado… que no estaba a la altura de su vieja mesa estropeada que cambió por un bello y caro escritorio… que no quedaba bien al lado de sus viejas cortinas descoloridas que reemplazó por otras más elegantes de terciopelo, que no quedaban bien con su viejo reloj, sus cuadros, su armario… Hasta que finalmente toda su casa quedó transformada. Pero llevó al pobre Diderot a la ruina con grandes deudas que cubrir….
Yo era dueño absoluto de mi bata vieja, pero me había convertido en esclavo de la nueva
Denis Diderot. “Lamentos por deshacerme de mi vieja bata”
Os parecerá que esta reflexión no tiene mucho sentido para nuestros objetivos,…. Pero en breve entenderéis nuestros motivos. Porque este efecto no solo se puede aplicar a las compras. También a nuestro día a día y, en especial a los hábitos. Si leéis nuestro próximo post os explicamos como.